Hagamos que la apuesta actual por la innovación, colaboración y modernización no sea coyuntural, sino que se generen procesos y propuestas estables
Comienza el año y seguimos inmersos en una situación excepcional en la que hemos sufrido un doloroso impacto social, se ha desestabilizado el equilibrio económico mundial y se ha transformado nuestra forma de vida. En las últimas semanas, la ciencia nos ha traído la esperanza con las aprobaciones de las vacunas y el comienzo de los planes de vacunación de los distintos países. Excelentes noticias, pero nos esperan aún meses en los que todavía tendremos que seguir conviviendo con el virus.
La urgencia de las crisis, como ya ha pasado en anteriores ocasiones, puede crear la tentación a nuestros gobernantes de recortar o reducir los incrementos de las inversiones en innovación. España, en el dato más reciente de inversión en I+D sobre PIB de 2019, no ha recuperado la posición que tenía en 2009 con un 1,25% cuando el objetivo de Europa sigue siendo el 3% y países como Corea alcanzan ya el 4,5%.
Sin embargo, hemos necesitado soluciones impulsadas por la ciencia y la innovación para hacer frente al gran reto que ha supuesto la pandemia del Covid-19. En primer lugar, para una mejor comprensión científica del virus y la minimización de su expansión e impacto, y en segundo para el desarrollo de vacunas, tratamientos y diagnósticos todos ellos imprescindibles para la recuperación. El desarrollo de las vacunas en un tiempo record ha puesto de manifiesto tres características básicas que multiplican el éxito de la innovación: la colaboración de grandes equipos científicos internacionales compartiendo sus avances y conocimiento, la necesidad de financiar la investigación con presupuestos al nivel del reto que pretende resolver y la absoluta necesidad de que esta investigación esté ligada a la empresa para que pueda llegar al a la sociedad.
Europa está determinada a impulsar su desarrollo económico a través de la innovación y para reforzar la salida de esta crisis, ha creado los Fondos Next Generation buscando incentivar la competitividad de los distintos países a través de grandes proyectos tractores e innovadores que generen economía de alto valor añadido.
La iniciativa Next Generation EU es el mayor paquete de estímulo jamás financiado a través del presupuesto de la Unión Europea. Un total de 1,8 billones de euros para construir una Europa pos-Covid más ecológica, digital y resiliente. A España le corresponden uno 140.000 millones, segundo país con más intensidad.
España, que tiene siempre pendiente la tarea de la reindustralización de su economía buscando una mayor estabilidad y el posicionamiento que le corresponde por su nivel de desarrollo económico, no debe desaprovechar este momento.
El sector industrial destaca como impulsor de la innovación tecnológica ya que es la industria la que aplica innovaciones y tecnologías generadas por ella misma o por otros agentes del conocimiento. Además, como sector intensivo en innovación, la industria se convierte en un elemento de estabilidad de las economías por su capacidad de adaptarse al entorno y a los ciclos económicos adversos.
Tenemos por lo tanto ante nosotros una ocasión única para dar un salto adelante en la europeización de nuestra estructura económica con un mayor peso de una industria de alto valor añadido que apueste, multiplique y aplique nuestra capacidad innovadora.
A pesar de que vamos conociendo poco a poco la forma en la que estos fondos pueden llegar a desplegarse en nuestro país, su existencia ha motivado una suerte de “estado de gracia de la innovación” dónde empresas privadas, de la mano de instituciones y de gobiernos, están proponiendo grandes proyectos tractores que transformen nuestra economía hacia una economía más industrial, más digital, y más sostenible. El Gobierno, a su vez, ha aprobado el proyecto de Ley de modernización de la Administración Pública para la ejecución del Plan de Recuperación en el que se propone, entre otras transformaciones, la creación de una figura mixta entre Estado y empresas (PERTES) que dé cabida a esta necesidad de colaboración público-privada para impulsar grandes proyectos.
Ya los presupuestos de 2021 recogen una considerable parte de estos fondos y los enfocan a través de una apuesta clara por la ciencia, la innovación y el conocimiento aplicado. Será la decisión de cuáles serán los proyectos tractores que se impulsan, la que determinará la ambición de cambio de nuestro modelo, pero, ya el hecho de que la administración plantee adaptarse y que las empresas y gobiernos estén colaborando en su definición, es un buen punto de partida.
Hagamos que esta dinámica de apuesta por la innovación, colaboración y modernización de la administración no sea coyuntural para redirigir unos fondos excepcionales, sino, que se generen procesos y apuestas estables que alimenten un modelo económico basado en una industria innovadora de alto valor con un modelo energético sostenible.
Ese será el gran éxito de este país y el retorno positivo, si es que se puede definir así, de esta crisis. La reindustralización de nuestro modelo económico.
Grupo de Reflexión de AMETIC